domingo, 12 de septiembre de 2010

CULTURA Y RELIGIOSIDAD INCA

RELIGIOSIDAD INCA


El Dios Sol, Inti, fue desde los principios el Dios más reverenciado, a quien se ofrecía el mayor número de tributos, mujeres y de sacrificios, que como ahora sabemos, iban a parar a la casta de los sacerdotes. Incluso los emperadores le rendían tributo tras conquistar nuevas tierras. En toda región conquistada se levantaba algún altar en su nombre; frecuentemente la adoración a Inti y al Sepa-Inca eran confundidas.


La religión Inca respetaba las creencias y costumbres de cada comarca, pero también exigía que se le rindiese homenaje al Inti, Dios principal, y que se entregaran los debidos tributos. La imposición del Inti iba de la mano con las conquistas territoriales. El más famoso de sus templos era el Coricancha, en Cuzco, que brillaba sobretodo por todo el oro con que estaba adornado, aunque su construcción estructural no presentase demasiada refinación: el plano era idéntico al que presentaban las construcciones de las casas familiares. En su jardín se realizaba la fiesta de la siembra, cuando el emperador sembraba simbólicamente espigas doradas de maíz, que pasaron a formar parte del inventario del rescate de Atahualpa, y que dio origen a algunas leyendas que afirmaban que todo en el jardín era de oro: árboles, hierbas, flores e insectos.


Existía sin embargo otro Dios mayor, Viracocha (que significa “mar de aceite”), el Creador, cuyo culto fue introducido por el emperador Pachacuti tras soñar con él antes de la batalla de la conquista de los Chancas. Pachacuti instauró su culto e incluso desplazó a Inti como Dios supremo, adquiriendo Viracocha una importancia súbita tras la ascensión de Pachacuti, quien era su protegido; el emperador hizo que se le ofrecieran tributos y se le rindiese culto, e hizo construir una estatua del tamaño de un niño de diez años con el dedo índice extendido, como quien ordena.


Algunos historiadores han afirmado que la existencia del Dios creador se remonta a la civilización Tiahuanaco, pero según el autor es la representación de un mismo Dios que se ha venerado en toda América, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego: el Dios creador y héroe civilizador. El gran Dios crea todas las cosas, instaura leyes, enseña a los hombres, y luego se retira no sin anunciar su retorno; tal es la constante.


Viracocha hizo primero el cielo y la tierra, además de una humanidad que vivía en las tinieblas; castigó a esta última por alguna falta (no especificada) y la convirtió en figuras de piedra. Luego salió del lago Titicaca donde reposaba, y creo Tiahuanaco, creando en la piedras gente con jefes para gobernarlas, mujeres embarazadas y niños, ordenándoles que se establecieran en lugares que el mismo había señalado. Abandonando su función creadora, se hizo civilizador, dispuso leyes y enseñó las artes. Finalmente, cuando todo marchaba bien, recorrió los Andes con un misterioso compañero, el “Engañador” de las mitologías indígenas, timador y estúpido que se opone al héroe civilizador (se cuenta que Viracocha, antes de crear todas las cosas, tuvo un hijo muy malo llamado Taguapica, que siempre contradecía a su padre, destruyendo lo construido y secando sus fuentes). Después de varias andanzas que explicaron muchas cosas naturales, Viracocha extendió su manto sobre el océano, se posó en él y desapareció en el horizonte buscando el sol poniente.





Según textos escritos por misioneros e indígenas que plasmaron los cantos al Creador, Viracocha era el creador del Sol y de los otros dioses, de los hombres y del alimento. Quizás uno de los textos más representativos es aquel que logró escribir el indígena Yamqui Pachacuti en el siglo XVII:


“A Viracocha, poder de todo lo que existe, sea masculino o femenino. / Santo, Señor, Creador de la luz naciente, / ¿Quién eres? ¿Dónde estás? /  ¿no podría verte yo? En el mundo de arriba, en el mundo de abajo, / ¿en qué lado del mundo se encuentra tu poderoso trono? / ¿en el océano celeste o en los mares terrestres, en dónde habitas? Pachamachac, Creador del hombre. / Señor, tus servidores con los ojos manchados desean verte... / El sol, la luna, el día, la noche, el verano, el invierno, no son libres. / Reciben tus órdenes, reciben tus instrucciones. / Vienen hacia quien ya es ponderado... / ¿a dónde y a quienes has enviado el brillante cetro? / Con boca jubilosa, con lengua jubilosa, de día y de noche tu llamarás. / Gozoso, tú cantarás con voz de ruiseñor. / Y tal vez para nuestro regocijo, para nuestra buena fortuna, en no importa qué rincón del mundo, el Creador del hombre, el señor todo poderoso te escuchará... / Verdadero en lo alto, verdadero en lo bajo, Señor, modelador del hombre, poder de todo lo que existe, único creador del hombre, diez veces yo te adoro con mis ojos manchados. / Qué esplendor!.../ Vosotros, ríos, cascadas, vosotras aves / dadme vuestra fuerza y cuanto podáis, ayudadme a clamar con vuestras gargantas, con vuestros deseos, y nosotros, recordando todo, alegrándonos / seremos dichosos. Y así, llenos, partiremos”. La prohibición de los cultos del Sol y de Viracocha echaron al olvido muchos rastros de música genuinamente incáica, y lo que hoy se conoce como tal no son más que creaciones musicales posteriores.


Después de Inti y Viracocha, le seguía en importancia y veneración Inti Illapa, el Trueno, el dios del rayo, del granizo y de la lluvia. Recorría los cielos y estaba representado por la Osa Mayor, sentado a veces en las orillas de un río (la Vía Láctea) donde recogía el agua para derramarla luego sobre la tierra. También se le veneraba y erigían monumentos, sobretodo en las cimas de las montañas, con especial atención durante los períodos de sequía; era acarreado sentado, como se lo hacía con el Inca, en un palanquín con incrustaciones de oro.


La luna era adorada como hermana y esposa del sol, representada también con un disco pero de plata. Los astros nocturnos eran reverenciados por la creencia de dioses que aseguraban la prosperidad de los rebaños; así, la constelación de Lira era el dios de las Llamas, la de escorpión representaba un felino y las Pléyades era la madre. Además de los tres dioses principales también se rendía culto, como ya fue mencionado, a innumerables huacas que eran consideradas sagradas; aquellas podían ser tanto grutas, montañas, lagos y piedras como templos, tumbas o pilares. Por lo general, todo lugar donde había pasado o reposado un Inca era declarado huaca, por el mismo, o por la gente de las comunidades. “La huaca, fuera lo que fuese, era un objeto sagrado. Tenía una fuerza sobrenatural con la que era conveniente conciliarse”. Por eso se creía de algunas huacas, grutas por lo general, que eran el origen del granizo o de los temblores de tierra; por eso se le ofrecían holocaustos o telas preciosas. Habían cerca de quinientas huacas en las proximidades del Cuzco.


Los incas solían no desprenderse nunca de ciertas figurillas de piedra que representaban algún Dios; se trata de las conopas, “hermanas de los incas”. Pachacuti llevaba una de Illapa.





Los meses de los incas seguían a la Luna por lo que tenían dificultades para hacerlos concordar con el calendario solar, decisivo a la hora de las siembras. Por eso Pachacuti mandó construir en Cuzco cuatro torres que según la época del año, anunciarían el momento adecuado para la siembra.


Numerosas fiestas alegraban la vida de los incas, por lo general duraban algunos días en cada mes y hasta semanas para las fiestas más importantes, como para el término de grandes trabajos o para la celebración del Dios Inti; ésta última coincidía con la veneración al Inca, el Inti de la tierra, durante el solsticio de Invierno austral, en Junio, que los indígenas andinos llamaban Raymi. Durante el festejo el Inca se hacía acompañar por sus familiares y esperaba al sol con los pies desnudos; cuando aparecían los primeros rayos todos se postraban; luego el Inca se levantaba con los brazos extendidos y le arrojaba besos; llenaban dos copas con licor de maíz y ofrecía una de ellas (la derecha) al sol; todos saltaban de júbilo cuando el Inca derramaba la copa en señal de que Inti la había aceptado.


Otra gran fiesta era la de septiembre, llamada Sitowa, en que el pueblo se purificaba y expulsaba todos los males; cuatro grupos de cien guerreros completamente armados empezaban a correr hacia los cuatro puntos cardinales en señal de persecución; varias leguas más allá plantaban sus lanzas y con ello quedaba establecido que los males no pasarían de ese lugar. El pueblo también imitaba tal rito cazando males imaginarios en el aire. Los guerreros luego se bañaban ellos y a sus armas en los ríos para limpiarse de todo mal. Los habitantes de la ciudad perseguían con las antorchas a los males de la noche, sobrevivientes de los que habían escapado a las lanzas del día. Todos festejaban con cantos y bailes y terminaban la fiesta con un baño en el río, expulsando a viva voz a todos los males y pidiéndole a los Dioses un buen año.


Preparaban una pasta de maíz (sanko) con la que frotaban sus cuerpos y las entradas y alacenas de sus casas, “con la esperanza de expulsar enfermedades y debilidades". Estatuas, templos, fetiches y momias recibían la misma “profilaxis”. Durante la ceremonia acostumbraban sacrificar llamas blancas que dejaban desangrar para posteriormente mezclar su sangre al sanko. Todos, sacerdotes, mujeres, enfermos y niños comían al menos un pedazo de sanko santificado.


El sacerdocio incaico estaba estructurado en base a una jerarquía muy parecida a la real y administrativa; también tenía un gran jefe, el Viraoma, el gran sacerdote del Sol, generalmente tío o hermano del Sepa-Inca. Los sacerdotes que lo ayudaban en sus labores eran todos miembros de la nobleza. Cumplían diversas funciones, y al parecer eran llamados según aquellas: médicos, adivinos, confesores o inmoladores.


Los curacas de las provincias enviaban hombres escogidos para formar parte del sacerdocio, así como también mujeres de las más lindas, enviadas para una selección que quizás las conduciría hasta donde el Inca. Se trata de las aclla-cuna, mujeres escogidas, las famosas vírgenes del sol. Su destino era variable; si no eran escogidas para formar parte de las concubinas del Inca, o destinadas como regalo al harem de algún noble, eran sacrificadas en el altar de los dioses o destinadas al convento, donde pasarían su vida preparando chicha para las ceremonias, o alimentos especiales, o hilando tejidos muy apreciados, los kumbi, de lana de vicuña. Cada convento de las aclla-cuna tenía como responsable a una mujer que era considerada como esposa de Inti. El convento de Cuzco constaba con más de mil quinientas mujeres.


Todos los incas, incluida la casta real, eran en muy supersticiosos, tanto era así que las artes adivinatorias eran un recurso judicial cuando no se obtenían las confesiones que aclarasen los casos. “Si la lluvia se hacía esperar, si una helada maltrataba una cosecha, si el emperador estaba enfermo, todos estos eran signos de que se hacía indispensable una confesión y una expiación para restablecer el equilibrio de la naturaleza”. Algunos sacerdotes invocaban a los espíritus para encontrar algún objeto perdido, para ver el porvenir o para encontrar algún culpable viendo el pasado. La más impactante de aquellas consultas era el llamado a los muertos por medio de un brasero; antes, se sacrificaban llamas blancas, objetos de oro o plata o incluso niños. Las consultas realizadas por medio del fuego eran hechas sobretodo para desenmascarar a los traidores. A veces era toda una comunidad que debía ser confesada.


Cuando se trataba de pequeñas adivinaciones a particulares leían “la marcha de las arañas, la disposición de las hojas de coca o el correr de la saliva por sus dedos”, o también recurrían a tiradas de maíz interpretando las cosas según si salían pares o impares; pero cuando se trataba de leer la suerte del imperio recurrían a las vísceras animales, soplando por ejemplo por la tráquea e inflando los pulmones, de manera a poder leer sobre las venas.


Los rebaños y los campos del Inca bastaban con creces para satisfacer las necesidades de los sacrificios, mientras que los particulares que requiriesen reconciliarse debían echar mano a sus propios rebaños. “El sol pedía llamas blancas, Viracocha las pedía pardas e Illapa, animales bicolores”. La sangre de dichos animales era recogida en vasijas conteniendo harina, que posteriormente se arrojaba al viento, hacia los cuatro puntos cardinales.


Antiguos historiadores como Garcilazo de la Vega, trataron de no darle demasiado énfasis a los sacrificios humanos; pero aunque se sabe no gozaban de los sacrificios como los Aztecas, si recurrían frecuentemente a víctimas humanas, que por cierto eran parte del tributo de cada comunidad: frecuentemente niños y mujeres. Los sacrificios humanos se realizaban sobretodo ante grandes acontecimientos como los terremotos, el advenimiento de un nuevo Inca o un eclipse de Sol o de Luna. Los niños a sacrificar debían ser perfectos, cualquier mancha en la piel los descalificaba; se los alimentaba bien antes del sacrificio, y se los vestía espléndidamente. Se los embriagaba con chicha momentos antes y luego eran enterrados vivos. En raras ocasiones se les extraía el corazón (a la manera azteca), y se dibujaba con sangre una línea de oreja a oreja sobre el ídolo venerado. También algunas jovencitas eran sacrificadas; se las vestía con lujo y se las preparaba para el sacrificio diciéndoles que cumplían con un deber sagrado; se las embriagaba con chicha y luego las estrangulaban o degollaban.





El templo de Coricancha tenía un fuego perpetuo donde se quemaban alimentos, maderas aromáticas y plantas en honor de los dioses, sobretodo cestas con hojas de coca, muy apreciadas por la población por sus propiedades místicas y porque su ingesta era exclusiva del inca y de su familia. Inmensas cantidades de telas eran también consumidas por el fuego sagrado, además de miniaturas en madera ataviadas con finas telas de vicuña. Se enterraban figurillas de oro y de plata en los santuarios, y se ofrecían a los dioses conchas llamadas mullu. Las libaciones de los templos se hacían con chicha rociada con los dedos o derramada en tazas frente a los ídolos. El mismo inca llenaba con chicha una piedra hueca recubierta de oro.

LA CULTURA INCA


Los incas fueron gobernantes que recopilaron y dieron gran extensión a una serie de costumbres que ancestralmente existían en los Andes. Su valor no se halla tanto en su capacidad creativa, sino en su habilidad para difundir, ordenar y administrar el sistema andino en un amplio territorio. La base de la cultura y la organización andina se encuentra en el parentesco, es decir, en el ayllu, un conjunto de personas que se consideran parientes pues creían descender de un antepasado común. Éstos están a su vez unidos por vínculos de reciprocidad, es decir, están comprometidos a ayudarse mutuamente en las labores cotidianas; a este tipo de trabajo se le conoce con el nombre de ayni. También tienen la obligación de trabajar juntos para el beneficio de todo el ayllu: este trabajo se conoce como minca. Los miembros de un ayllu responden a la autoridad de sus curacas (caciques), que son los encargados de regular las relaciones sociales, de ejecutar las fiestas, de almacenar recursos, repartir las tierras entre su gente y disponer de la mano de obra. La economía inca no conoció ni la moneda, ni el mercado, por lo tanto los intercambios y la fuerza laboral se obtenían a través de lazos de parentesco o por reciprocidad. Entre parientes existía un intercambio de energía constante, pero también se daba trabajo para la autoridad, conocido como mita. El inca pedía como tributo exclusivamente mano de obra, que era enviada a trabajar sus tierras, a hacer cerámica, a construir andenes o grandes obras arquitectónicas. A cambio, el inca devolvía estos servicios organizando rituales, manteniendo los caminos, repartiendo bienes en caso de necesidad o en fiestas; esta relación por la cual el inca devolvía el trabajo del ayllu se conoce como redistribución.
En el cenit de su poderío, los incas habían desarrollado un sistema político y administrativo no superado por ningún otro pueblo nativo de América. El Imperio incaico era una teocracia basada en la agricultura y en el sistema de ayllus, o grupos de parentesco, dominada por el inca, que era adorado como un dios viviente. En la organización política inca llama la atención la existencia de un sistema de poder dual, donde todas las autoridades aparecían siempre emparejadas: por ejemplo, en el caso del inca, se propone la existencia de dos incas que gobiernan en simultáneo, un inca hanan (‘arriba’) y un inca hurin (‘abajo’). De igual forma, las autoridades a nivel local eran también duales: a nivel de los ayllus, las máximas autoridades fueron los curacas; todo ayllu tenía dos curacas, uno hanan y otro hurin. Por debajo de los incas, se encontraban las familias de los antiguos incas, las cuales formaban grupos de parentesco conocidos como panacas (‘familia noble’), quienes se encargaban de mantener el recuerdo del inca fallecido, de realizar ceremonias en su nombre y de cuidar de sus bienes y alianzas hechas en vida. Las panacas tenían gran influencia en la decisión del nombramiento de los sucesores al cargo de inca. Debajo de este sector se encontraban los jefes de los pueblos conquistados por los incas, los cuales, en caso de no ser rebeldes, recibían una educación cuzqueña y una serie de privilegios. El siguiente nivel de autoridad lo constituían los curacas, jefes de los ayllus. La gente común estaba agrupada en la categoría de hatun runa, se trataba de campesinos miembros de un ayllu, éstos tenían la obligación de ir a la mita (trabajo por turnos) para el Estado inca. Algunos salían temporalmente de esta condición y eran movilizados fuera de su lugar de origen: a estos se les conoce como mitimaes o mitmaqunas, población que era movilizada a distintas zonas con diferentes objetivos, como obtener recursos o poblar regiones. Finalmente estaban los yanaconas, quienes eran separados definitivamente de su ayllu y pasaban a depender directamente del inca, para quien desempeñaban una labor especializada.
Administrativamente, todo el territorio estaba dividido en cuatro grandes regiones o suyos (‘parte’), a ello debe su nombre Tahuantinsuyu (una palabra quechua que significa literalmente ‘Tierra de los Cuatro Cuarteles’ o ‘de las Cuatro Partes’), que estaba, a su vez, subdividido en cuatro: Antisuyu, Collasuyu, Cuntisuyu y Chinchasuyu.
Fue el inca un pueblo de agricultores avanzados: para cada zona desarrollaron una estrategia que permitía obtener el máximo provecho. Utilizaron andenes o terrazas de cultivo para aprovechar las laderas de los cerros, camellones o waru waru en zonas altas inundables, irrigaciones, etc. Es destacable la existencia de un arado de pie conocido como chaquitaclla. Los cultivos más importantes fueron la papa (patata) y el maíz, además del ají, la chirimoya, la papaya, el tomate y el frijol. Las llamas fueron los animales básicos de transporte; también se domesticaron las vicuñas y alpacas por su fina lana. Otros animales domesticados fueron guanacos, perros, cobayas y ocas. Las principales manufacturas incas fueron la cerámica, los tejidos, los ornamentos metálicos y las armas con bellas ornamentaciones. A pesar de no contar con caballos, ni vehículos de ruedas ni un sistema de escritura, las autoridades de Cuzco lograron mantenerse en estrecho contacto con todas las partes del Imperio. Una compleja red de caminos empedrados que conectaban las diversas zonas de las regiones, permitía esta comunicación; mensajeros entrenados —los chasquis—actuando en relevos, corrían 402 km al día a lo largo de esos caminos. Los registros de tropas, suministros, datos de población e inventarios generales se llevaban a cabo mediante los quipus, juegos de cintas de diferentes colores anudados según un sistema codificado, que les permitía llevar la contabilidad. Botes construidos con madera de balsa constituían un modo de transporte veloz a través de ríos y arroyos.
Entre las expresiones artísticas más impresionantes de la civilización inca se hallan los templos, los palacios, las obras públicas y las fortalezas estratégicamente emplazadas, como Machu Picchu. Enormes edificios de mampostería encajada cuidadosamente sin argamasa, como el Templo del Sol en Cuzco, fueron edificados con un mínimo de equipamiento de ingeniería. Otros logros destacables incluyen la construcción de puentes colgantes a base de sogas (algunos de casi cien metros de longitud), de canales para regadío y de acueductos. El bronce se usó ampliamente para herramientas y ornamentos.
La religión tuvo un carácter de gran formalidad. El dios supremo de los incas era Viracocha, creador y señor de todas las cosas vivientes. Otras grandes deidades fueron los dioses de la creación y de la vida, Pachacamac, del Sol, Inti (padre de los incas), y las diosas de la Luna, Mamaquilla, de la Tierra, Pachamama, y del rayo y la lluvia, Ilapa. Las ceremonias y rituales incas eran numerosos y frecuentemente complejos y estaban básicamente relacionados con cuestiones agrícolas y de salud, en particular con el cultivo y la recolección de la cosecha y con la curación de diversas enfermedades. En las ceremonias más importantes se sacrificaban animales vivos y raramente se exigía la realización de sacrificios humanos como ofrenda a los dioses. Los incas produjeron un rico corpus de folclore y música, del cual sólo perviven algunos fragmentos.

sábado, 11 de septiembre de 2010

LOS INCAS

El Imperio incaico fue un Estado de América del Sur gobernado por los incas que se extendió por la zona occidental del subcontinente entre los siglos XV y XVI. Fue la etapa en que la civilización incaica logró su máximo nivel organizativo y su territorio, conocido como Tahuantinsuyo (quechua:Tawantin Suyu, aimara: Pusin Suyu, 'las cuatro regiones juntas'), abarcó cerca de 2 millones de km² entre el Océano Pacífico y la selva amazónica y desde las cercanias de San Juan de Pasto al norte hasta el Río Maule al sur. El Tahuantinsuyo fue el dominio más extenso que tuvo cualquier estado de la América precolombina.[1]
El imperio comenzó a formarse a partir de la victoria de Pachacútec frente a la confederación de estados chancas en el año 1438. Luego de la victoria, el curacazgo incaico fue reorganizado por Pachacútec; a partir de entonces. el Imperio incaico iniciaría una etapa de continua expansión del aparato de éste el noveno inca y su hermano Cápac Yupanqui, luego por parte del décimo inca Túpac Yupanqui, y finalmente del undécimo inca Huayna Cápac quien consolidaría los territorios; en esta etapa la civilización Inca logró el máximo desarrollo de su cultura, tecnología y ciencia, desarrollando los conocimientos propios y los de la región andina, así como asimilando los de otros estados conquistados.
Luego de este periodo de apogeo el imperio entraría en declive por diversos problemas, siendo el principal la confrontación por el trono entre los hijos de Huayna Cápac: los hermanos Huáscar y Atahualpa, que derivó incluso en una guerra civil. Finalmente Atahualpa vencería en 1532, sin embargo su ascenso al poder coincidiría con el arribo de las tropas españolas al mando de Francisco Pizarro; estas capturarían al Inca y luego lo ejecutarían. Con la muerte de Atahualpa en 1533 culmina el Imperio inca, sin embargo, varios incas rebeldes, conocidos como los "Incas de Vilcabamba", continuarían la lucha contra los españoles hasta 1572 cuando fue capturado y decapitado el último de ellos: Túpac Amaru I.

El Tahuantinsuyo corresponde actualmente territorios relativos al sur de Colombia, pasando por Ecuador, principalmente por el Perú y Bolivia, hasta gran parte de Chile y el noroeste de Argentina. El imperio estuvo subdividido en cuatro suyos: el Chinchaysuyo (Chinchay Suyu) al norte, el Collasuyo (Qulla Suyu) al sur, el Antisuyo ('Anti Suyu') al este y Contisuyo ('Kunti Suyu') al oeste. La capital del Imperio fue la ciudad de Cuzco, en el Perú.

Imperio incaico


Tawantin Suyu
Imperio incaico



Otros idiomas
Monarquía (algunos consideran una diarquía).
 • 1438-1472
 • 1472-1493
 • 1493-1525
 • 1525-1532
 • 1532-1533
Período histórico
 • Pachacútec forma el Tahuantinsuyu
1527-1532
 • 1500
1,800,000 km2
 • 1500 est.
14,000,000 
     Densidad
7,8 hab./km²
Gentilicio: incaico.

EL IMPERIO DORADO DE LOS INCAS 1-3


Geografía y territorio

Límites del Imperio inca: por el norte llegaba hasta Pasto (Colombia) y por el sur hasta Talca (Chile), en el río Maule.
Fue la región andina, debido a la presencia de la cordillera de los Andes, se caracteriza por la diversidad de su ecología: costas desérticas, parajes tropicales, altiplanos secos y fríos que a simple vista parecen uno de los ambientes menos propicios para la vida del hombre. Sin embargo, los hombres que la habitaron han demostrado a lo largo de muchos siglos, ser capaces no sólo de sobrevivir en tales circunstancias, sino también de dominar el medio geográfico y de crear una serie de civilizaciones florecientes. La más famosa de ellas fue el Imperio inca, que ocupó un vasto territorio de América del Sur, que comprende los actuales o partes de los territorios de las Repúblicas de Perú, Ecuador, occidente de Bolivia, norte de Argentina, norte de Chile y el sur de Colombia. También dominaron el mar; posiblemente llegando hasta la Polinesia.
Es sobre este territorio y sobre las características señaladas, que se desarrolló política, social, cultural y militarmente, el Imperio del Tahuantinsuyo, dominando y domesticando todos los pisos ecológicos descritos y actuando como verdaderos ecologistas, aún antes de que estos conceptos fueran parte de los temas de discusión. Aparte de los conceptos anteriores, los Incas como gobernantes, fueron los primeros estadistas de la América, ya que el gobierno de todos ellos, fue para beneficio de los súbditos del imperio: nunca el imperio pasó hambre, abusos ni injusticias; a pesar que la sociedad incaica era piramidal, siempre la cabeza actuó en beneficio del pueblo, que era la razón de ser del Estado Inca, por mandato del dios Inti.
Aunque todavía no se esclarece del todo se ha deslizado la hipótesis de que los incas habrían llegado a Oceanía, concretamente a islas de la Polinesia, como la Isla de Pascua en la que dejaron toponimos, costumbres y vestigios arquitectónicos, hay inclusive una leyenda del arribo de un inca hasta con el nombre casi exacto en otra isla de la polinesia.